En el año 2020 se propagaba una de las pandemias más intensas y controversiales de la historia de la Humanidad, emergente de la hegemonía de lógicas que están en la base del capitalismo cultural, cognitivo, de la desposesión, emocional, digital y de la fe, modo de producción y subjetivación que está llevando a daños irreversibles. En ese momento, en cuanto los estados nacionales fueron progresivamente decidiendo medidas de aislamiento, propuse a mis compañerxs del ELAPPSS una consigna, un lema que agradezco hayan tomado y re-creado y que aún hoy, atraviese de diverso modo nuestras prácticas. Este es: Brotar(nos) en aislamiento, volvernos semillas de otro tiempo que también está siendo. Con ello la invitación fue, y sigue siendo, a re-conectar con una de las formas de vida más básicas del planeta de la cual depende la vida humana: las semillas. La invitación supone observarlas desde la conciencia de saber que somos semilla, que las células de nuestro cuerpo se configuran a partir de los alimentos que consumimos, que aún quienes comen carne dependen de las semillas para sobrevivir porque también es el alimento de los animales no humanos que se consumen. También fue a observarlas para aprender como brotan en aislamiento, jugando con el doble sentido que en el sentido común de la salud mental, al menos desde el sur de los sures, brotar(nos) supone cierta entrar en los caminos de la locura. Y hoy, en este mundo donde millones de ojos vueltos cámaras y pantallas nos miran y filman, la locura es no estar pendientes de ellas. Porque la norma, y lo normal pareciera estar del lado de ser y hacer en para las pantallas, aquellas que son las principales herramientas de las políticas de miedo y de la angustia. Por ello la invitación a observar y aprender de las semillas, de cómo crecen y brotan en aislamiento hacia afuera, en permanente relación. En ese momento la intención era invitar a que aquel aislamiento y repliegue supusiera re-encontrarnos, a nosotrxs mismxs como seres vivos y en relación con otros seres vivos, como lo hacen las semillas, dentro de este frasco transparente del cual también brotando podemos salir (en esto recuerdo La sociedad de la transparencia de Byung Chul-Han. Por otra parte también la invitación era a buscar modos de habitar la incertidumbre, el dolor, la angustia y volverlas potencias de pensamiento y trans-form(a)cción.
Las semillas de la primera foto son 20 lentejas agroecológicas y fueron sembradas en la misma semana que comenzó el asilamiento, para algunxs encierro. En esto también hay de aprendizajes en encuentros con las Madres de Ituzaingó, quienes del dolor ante la enfermedad propia y enfermedad y muerte de seres queridos ante la fumigación con agrotóxicos que cunde en territorios donde vivimos la maldición del Maldesarrollo (como señalan Svampa y Viale), hicieron brotar una potencia de vida que estuvo en la base del movimiento por el cual logramos en Malvinas Argentinas-Córdoba-Argentina erradicar a Monsanto. Cuestión que vincula lo más recóndito de Barrio Ituzaingó Anexo hasta puntos del planeta muy lejanos donde miles personas, comunidades, territorios de los más diversos también están planteando formas de resistencia y re-existencia, ante los embates de un sistema que no da para más y que general malestar, dolor, daño, enfermedad y muertes injustas.
Propuse este lema como transversal a nuestros proyectos de investigación, extensión, divulgación y formación de grado y postgrado, entre otras cosas, en relación con una estrategia de Promoción Transdisciplinar, transcultural y transnacional de la salud y cuidado de bienes comunes ambientales y culturales de los cuales dependen la salud y la vida humana y no humana. Si bien la propuesta fue de quien escribe, lejos de ser una «innovación» con el peligro que corremos de borrar la historia y destruir la vida cuando cunde la fiebre capitalista de la innovación, esta propuesta deviene y se configura como parte de un tremendo, extenso y expansivo espiral de experiencias, prácticas y conocimientos y cuidados que compartimos más más personas de de las que imaginamos a lo largo del planeta, quienes evitan entrar en los caminos de los likes que monetarizan la existencia, aquellos que están en las bases del capitalismo emocional y alimentan las lógicas extractivistas del Big Data. Esta propuesta, más que innovar, busca alimentarse de la historia y aprendizajes de comunidades y pueblos ancestrales, de poblaciones campesinas ligadas a la tierra y al cielo, de asambleas y movimientos sociales que buscan cuidar no sólo de la especie humana, la más depredadora de todas, sino todas las especies. Cuidados múltiples en diálogos permanentes, diálogos de saberes, pero también en diálogos inter-especie. En muchos casos procurando hacer menos familias al servicio de la reproducción del capital, y más parentesco, como señala Dona Haraway, para poder salir de lógicas antropocéntricas y atender a comobiopolíticas de lo común transitando múltiples fronteras (en) clave trans, recordando que lo trans es un prefijo que supone movimiento entre, entre la realidad y la ficción, entre disciplinas, naciones, culturales, géneros y especies. Y entonces transformar(nos) en formas de re-existencia en estas fronteras para poder ir más allá de la píldora de la película Matrix, del chip incrustado en el cerebro de uno de los capítulos de la serie Black Mirror, de la omnipresencia de inteligencias artificiales y ficcionales como las de la película Her, evitar que nuestra existencia se vea signada por la búsqueda de desesperada de la monetarización de likes ante la exposición ficticia de nuestra vida cotidiana.
Como plantea la querida Susana Oliveira, es preciso hoy más que nunca aprender con y de los árboles, en este caso la invitación, cuando cundía la pandemia fue aprender de con y de las semillas que no tienen rostro pero son en singular y en relación con otras, que brotan más fuente mientras más crecen sus raíces en las profundidades en relación, que están conectadas al mismo tiempo, la tierra, el aire, el agua y el sol, porque son vitales para su existencia, como sucede con los animales humanos; que se transforman en el alimento que luego se materializa en las células de nuestros cuerpos, Para ello, para poder mirar, crear y fortalecer otros modos de configurar la realidad, resulta fundamental pensar en formas de (des) conexión ante las millones de cámaras y pantallas que nos están configurando a diario, (des) conexión desde las profundidades de nuestro cuerpo, que también es nuestra mente, en conexión con otres, desde la tierra y hacia el resto del universo, donde existen otras galaxias, donde están las estrellas, brillando aunque estén muertas. En esto vaya una invitación (en) clave trans, transdisciplinar, transnacional, transcultural, transgénero, transespecie, considerando que el prefijo trans, no es nada más y nada menos que movimiento entre.
La invitación es al habitar y configurar una epistemológica del entre, transitando fronteras disciplinares, nacionales, culturales, para saber hacer otros mundo posibles que, aunque invisibilizado, también está siendo.
Agradezco a todxs mis compañerxs del ELAPPSS y a quienes forman parte de las propuestas de investigación, extensión, formación y divulgación que desarrollamos desde aquí, no sólo compartir sino re-crear y hacer vital esta propuesta.
Valeria Cotaimich, Agua de Oro, setiembre, 2022.